miércoles, mayo 8, 2024
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Pese a falta de dinero, compran “un poco de todo” para ofrenda de sus difuntos, en Zongolica

Benito Juárez Ramírez

Zongolica, Ver.- Las velas, el incienso, el copal, la flor de muerto, la fruta, el pan, las calaveritas, los jarros de barro, el chocolate, el papel picado y todo lo que lleva una ofrenda, se encuentran en ese gran tianguis que se instala en los bajos del Palacio municipal, en las afueras del atrio de la iglesia y otras calles de centro de Zongolica; hasta donde llegan indígenas desde lo más alto de estas montañas.

De acuerdo a sus costumbres, el culto a sus muertos inicia mañana; pero desde el pasado lunes se instalaron los comerciantes para ofrecer todo lo que llevarán las ofrendas para este Día de Muertos

Don Cipriano Ajactle, quien dijo llegar de Tepenacaxtla, comenta que dedicó todo un día para estar en Zongolica y comprar lo necesario para celebrar a sus muertos.

Expresa que quizá sus 200 pesos no le alcanzaría para mucho, pero es lo que logró juntar para comprar un poquito de todo; aunque la gallina y lo que lleva el mole, ya lo tiene; pero el incienso, el copal, los jarros para el chocolate y la fruta, espera que le alcance.

Comentó que todavía el año pasado las cosas estaban más baratas; pero hoy observó que subió mucho; por eso dijo que estaba preocupado.

Y efectivamente, el kilo de vela de cera, estaba a 60 pesos; mientras que el año pasado estaba más accesible, a 50 pesos; reconoció uno de los vendedores que estaban muy cerca del Palacio municipal; pero argumentó que él también lo compró más caro en Orizaba.

Aseguró que las ventas no estaban tan buenas como en otros años; pero confiaron que mejoren en estos días, porque en Zongolica la gente es fiel en la celebración de sus muertos.

Feliciana Temoxtle, quien llegó de Temaxcalapa, dijo que dejará de comprar otras cosas, pero a sus difuntos no los dejará sin su ofrenda, porque ellos –sus difuntos-, solo vienen cada año; y merecen ser bien atendidos y darles lo que les gustaba en vida.

La instalación de estos puestos, es ya una tradición, por eso, llega gente de otros lugares para vivir y recodar las tradiciones ancestrales; donde los comerciantes indígenas ofrecen los productos del campo, como plátano bolsa, plátano morado; gallinas y lo que pueden comerciar.

Otros, entran al trueque,  cambian sus pollos, calabazas y lo que producen por lo que necesitan, por frijol “gordo”, flor de muerto,  fruta que ellos no logran cosechar en sus comunidades.

En estas Altas Montañas, los indígenas dejan de trabajar con ocho días de anticipación a la fecha del Día de Muertos, porque se van a sus panteones a limpiarlos, otros se van al monte a ver que cosechan y  llevarlo a vender;  buscan mil formas como obtener recursos; ante una crisis que los agobia y arrastra a la marginación  y la pobreza.

Incluso, las mujeres que trabajan en algunos negocios como restaurantes, haciendo tortillas, abandonan  su trabajo y se van a sus comunidades a celebrar a sus difuntos, comentaron restauranteros de esta zona.

Pero lo que es un hecho que el culto a sus muertos lo celebran de una manera tan especial; que los hace diferentes, porque defienden sus costumbres, costumbres que se niegan a morir.

 

 

 

 

 

 

 

 

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