jueves, mayo 9, 2024
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El Estadio Azteca y Luis ‘Pirata’ Fuente

Por: Noé Flores Cortés

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*Algo para recordar del futbol
*Colección de oro No. 2; noviembre 1962
*Gracias capitán Díaz Mori QEPD

Siguiendo con la cuarentena y echándonos un clavado a la historia del futbol mexicano, no sin antes agradecer (lo haré toda la vida) a mi amigo capitán Díaz Mori QEPD, padre de dos grandes amigos, José y Gery, vamos a recordar aquel número dos de la Revista Fútbol Colección de Oro, cuya portada fue para un grande, Antonio “La Tota” Carbajal, el cinco copas.

Pero en esa revista, también se publicó el proyecto del Estadio Azteca, con Guillermo Cañedo al frente, como Presidente del América y de la Federación Mexicana de Fútbol; el objetivo, lograr la sede del IX Campeonado Mundial para 1970, donde Brasil ganó la Copa Jules Rimet.

En una maqueta fue presentado lo que es el Estadio Azteca, donde decían que sería el más funcional del mundo, contaría con los adelantos más modernos, su alumbrado será más potente que el del Barcelona de España y su capacidad sería para 125 mil espectadores.

La firma del compromiso de construcción del Coloso de Santa Úrsula, presidida por Adolfo Zavater, Edgar M. Elwes, Daniel Ruiz Fernández, los señores Garza, Azcarraga y Miguel Ramírez, entre otros.

Desde los viejos tiempos del Parque Unión, en lo que hoy es el monumento a La Revolución, del antiguo España de la Verónica, del Parque Asturias de la Reforma y del vetusto que está en el Chavacano, nunca se había dado el caso de construir un nuevo parque de fútbol.

En esa nota decribieron que el Estadio Azteca sería el más funcional del mundo, que se podría desalojar en 15 minutos; sus rampas y sus vías de comunicación serían las más rápidas para llegar al centro de la ciudad; el aficionado pobre y rico podrían tomarse una cervecita o refresco en un ambiente acogedor y lleno de colorido que huele a futbol.

Se dijo que habría facilidad para comprar boletos y quienes adquieran a perpetuidad (100 años), palco o platea, podrán gozar del espectáculo sin contratiempos; destacaron que la visibilidad desde cualquier ángulo sería la mejor, a pesar de la capacidad del Estadio con 125 mil almas; con refresquerías y restaurantes. En fin, que el Estadio Azteca, sería una bella realidad para bien del fútbol mexicano y destacaron que Guillermo Cañedo, cumplió.

Parrandas y goles; «El Pirata» Fuente

Había trívias en esa revista Fútbol época de Oro; como también apareció un reportaje sobre Luis de la Fuente, el popular “Pirata” donde se hizo mención de sus goles y sus parrandas, pero lo definen como un crack de Oro.

En esas notas de aquel 1962 se escribían verdaderos poemas, donde relataban que don Pepe Sandra, un español “adoptó” a Luis de la Fuente y a su inseparable amigo Manolo Alonso, compadres de escuela, fuga y pastelería.

Luis de la Fuente jugó para el España, después fue refuerzo del América y con un gol de cabeza le dio el triunfo a su equipo y le valió ser seleccionado para ir a Roma a la Copa del Mundo en 1934, donde se codeó con de inmortales de aquella época, como Carreño, «El Diente», Laviada, «El Calavera», De Azpiri y Camarena, para afirmar por siempre su clase indiscutible de futbolero grande.

Tiraba a gol desde cualquier ángulo, con una pierna o con la otra, remataba de cabeza, de tijera, de palomita endemoniada, de media vuelta asesina; pasaba por arriba y por abajo; paraba el balón con el pecho, con el muslo, con la eléctrica punta misma de su botín inteligente. Corría 90 minutos o 90 horas, con igual paso frenético, terco, indetenible y cuando se hacía preciso sabía también –como un Jack Dempsey de bigotillo insolente–, tumbar contrarios remilgosos, repartiendo la leña más fantástica que sobre un campo de futbol se ha visto.

La parranda y la juerga

Es cierto, adoró la parranda larga, larga, pero salía al campo a curarse la intoxicación pavorosa, con el maravilloso de un partido de garra, de varios goles de antología y de un campeonato orgulloso en la bolsa tranquila.

En España

Aunque a México no le fue bien en el Mundial de Roma, Luis “Pirata” Fuente se quedó a jugar en España, con el Racing de Santander, con quien tuvo una tarde (quizá muchas), memorable ante el Real Madrid, dejando sembrados en el pasto a grandes como Ciriaco y Quincoces para batir al portero Ricardo Zamora, el mejor portero de todos los tiempos, con un tiro que se escapó de las uñas del guardameta, gracias al efecto del disparo.

Con la Guerra Civil, regresó a México y se enroló en las filas del América, pegó el salto a El Salvador a los Juegos Centroamericanos en 1946; con el España peleó duramente ante el Botafogo, sumó coronas y mas coronas y se dejó llevar al fútbol argentino, donde jugó para el Vélez Sarfield, donde arrolló al Independiente de Avellaneda y su diablo mayor Arsenio Erico; pero los ches no le pagaron; empeñó sin permiso varios objetos propiedad del club y volvió a México, donde tuvo una dulce venganza jugando ante el San Lorenzo de Almagro, a quien venció con un golazo.

Pasó al Marte y cuando la Liga Mayor creció pasó a su último equipo, el Veracruz donde con los Tiburones Rojos de Veracruz dejó constancia de su calidad y cuando el equipo de sus amores se hizo nada (como ahora), Luis “Pirata” Fuente colgó la camiseta sudorosa y brillante, abandonó los campos y cerró los oídos a las ovaciones nostálgicas.

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