*Dice que la emigración de la sierra de Tezonapa cada vez es mayor, las fincas de café están abandonadas, no hay trabajo ni dinero
Benito Juárez Ramírez
Tezonapa, Ver. – (reportaje especial).Crispin Caquehua Sánchez, es un campesino de 54 años, enfermo de diabetes, con cuatro hijos y su esposa, el mayor de 14 y el menor de 3 años, que para poder sobrevivir tiene que buscar plantas exóticas allá en su comunidad, Ignacio Allende, municipio de Tezonapa, para bajar a Cuichapa o llegar hasta Córdoba para ofrecerlas a 30 pesos cada una.
Dice que sus cuatro hectáreas de tierra han quedado entre el monte, como muchas otras; porque el café ya no vale, la gente está abandonado su tierra que los vio nacer.
Mientras le pegaba fuerte una mordida a su gorda, con los pocos dientes que le quedan, de cuatro que le pagó una persona de buen corazón, Crispin explica que ya perdió la vista en el ojo derecho, solo le queda el izquierdo, que también ya ve borroso, pero tiene que buscar el sustento para sus cuatro hijos y su esposa.
Crispin Caquehua, mientras le daba un sorbo a su café negro, bien caliente, porque así lo pidió por el frío que se sentía en este municipio de Cuichapa, al recordar que apenas gana 500 pesos a la semana, que no alcanza más que para comprar un poco de maíz, chile, frijoles y aceite, se le derraman las lágrimas, se agacha recargandose sobre la mesa y se limpia sus ojos con su playera, bastante gastada por el mucho uso que le da.
Agrega que por esta situación, la gente de Ignacio Allende, comunidad que está a tres horas de camino sobre brecha, ubicada en lo más recóndito de esta sierra de Tezonapa, donde sólo se escuchan los pájaros, el ladrido de los perros y el zumbido del aire; está emigrando a Sinaloa, Sonora o se la juegan hasta Estados Unidos. Las fincas están abandonadas, es difícil conseguir el dinero y el gobierno los tiene olvidados, señala.
Recuerda que los anteriores gobiernos de Tezonapa ayudaban a la gente de la sierra, había apoyos economicos, no los dejaban morir a su surte, hoy ni tan siquiera los miran, solo los buscaron cuando pidieron el voto.
Dijo que por muchos años fue activista político, del PRI, del PAN y con orgullo expreso que fue compadre de Norberto Echevarria Ortiz, ex presidente municipal de Tezonapa y dirigente cañero de la CNPR de ingenio Central Motzorongo, que nunca lo dejo solo; hoy solo le queda los recuerdos de ese buen hombre que ayudó a mucha gente, comentó.
Mientras recordaba esos buenos momentos, miraba sus bolsas, donde llevaba sus plantas, orquídeas silvestres; expresa que las recolecta en el monte y lo ayuda su esposa para llevarlas a vender, a 30 pesos.
«Hay días que si vendo, hay días que no saco ni para el pasaje, pido ayuda y así regreso a mi casa. Para mi lo más pesado es bajar, porque mis piernas ya no me ayudan, ya no tengo fuerzas, pero tengo que caminar porque de Ignacio Allende a Cuichapa cobra el autobús 25 pesos y 25 de regreso son 50 y mejor tengo que caminar», dice Crispin, mostrando ese semblante pálido, que también refleja no solo su enfermedad sino su tristeza.
Si vivir en la zona urbana de las ciudades es difícil, en la sierra de Tezonapa es aún más; porque el café ya no vale, el kilo de café cereza apenas alcanza los ocho pesos y sacarlo de entre el monte es peligroso por tanta víbora que se ha infestado, anota.
Pidió al gobierno del estado y federal lo puedan ayudar con su enfermedad, ayuden a su familia, el niño menor apenas tiene 3 años, considera que su situación caa vez se agrava más y su principal preocupación es su familia.
Después de esta charla, Crispin, cargo su bolsa y continuó su caminar en busca de un cliente y vender sus plantas para regresar con un poco de dinero para el sostén de su familia.
