Busca el ‘sueño americano’ y reencontrarse con su padre
Benito Juárez Ramírez
Amatlán, Ver.- No hay cansancio, no hay fatiga, así lleva 28 días buscando llegar a Carolina del Norte, encontrarse con su padre; y huye de Honduras, huye de los Mara Salvatruchas, para no “trabajar” en la delincuencia.
Esta es la historia de Jefferson Antonio Medina Lagos, de 32 años de edad, quien llegó buscando la ayuda a las fondas, una ayuda para echarse algo al estómago y seguir su camino.
Mientras se echaba un sorbo de café y se comía unas “picaditas” que les invito un compañero, expresa que salió hace 28 días de su pueblo, San Pedro Ozula de Luciano, -una comunidad que tenía hasta hace un año más de 2 mil 500 habitantes; hoy apenas llega a los mil habitantes, donde quedan solo mujeres y ancianos; expresa que ya no aguantó el acoso de la banda criminal de los Mara Salva Trucha, que por negarse a trabajar con ellos, ya había sido golpeado en varias ocasiones; la última vez, fue apuñalado.
El haber sido trasladado de Honduras al hospital de Chiapas, le valió para huir de su País y tomar camino en busca de su padre que se encuentra en Carolina del Norte, EEUU.
Guardando donde gorditas o picaditas para sus 5 compañeros que lo acompañan en esta odisea, dice que le hubiese gustado llevarse a su familia, pero no pudo, lo que quiso es primero es salvar su vida, huir de esa banda de criminal que tiene amenazada ese País.
Comenta que con esta banda los jóvenes tienen tres opciones, trabajar por la buena, ganando 2 mil 300 lempiras, por la mala, mil lempira y si te niegas, van y matan a toda tu familia. Ante esa situación, dijo que tuvo que huir de su País; no le dejaron otra opción.
Comenta que él no quería salir de su país, quería estar allá para cuidar a su familia, pero con los Maras no se puede.
Mostrando sus cicatrices en la cabeza y cara, dijo que fue por negarse a trabajar con esas bandas en el tráfico de drogas, asaltos y secuestros. “Ellos no se tocan el corazón para matar a la gente, robarle, o violar a las mujeres; son gente sanguinaria que abunda en ese país; pero yo por eso hui, porque soy una persona que no me gusta delinquir y primero Dios debo llegar con mi Padre”.
Así termina de contar parte de su historia, Jefferson Antonio, levantando su maleta y sus gorditas para buscar a sus compañeros, juntar lo que les hayan dado de comida y desayunar para descansar y más tarde continuar su camino, porque su sueño es llegar Carolina del Norte.